Entre mayor conciencia el individuo se da cuenta de más cosas, percibe más cosas. Por lo tanto se percata de planos cada vez más altos, porque estos siempre crecen en complejidad. El nivel de conciencia determina el plano que pueda percibir y en el que se encontrará.
Se acepta que no hay un mundo físico, sino que todo es una idea plasmada de una conciencia. El mundo físico, sólo es una parte de un gran todo interconectado en donde todos sus planos existenciales conviven y existen al mismo tiempo, formando en conjunto la Fuente Original, el gran Yo. Todas las conciencias aparentemente individuales son fragmentos holográficos del gran Yo, y por derecho, son el gran Yo o la Fuente misma. Siendo estos sólo puntos de atención o nodos de ondas estacionarias, crestas de olas dentro de un inmenso mar de conciencia.
Las conciencias sólo son olas contemplando, y preocupándose por su propia naturaleza finita cuando son en sí el mar de conciencia, uno y lo mismo, inseparables.
Cada conciencia individual no es más que una corriente que fluye desde lo más básico, de regreso hacia lo más complejo, recordando lo que es, lo que siempre ha sido, a medida que avanza en su propia evolución espiritual. Al aumentar el nivel del plano existencial, o nivel de conciencia, el tiempo se hace cada vez más y más plástico. El tiempo sólo es el resultado de la conciencia que lo percibe y anima, para tener una experiencia. El Universo, el Todo, nunca tuvo un comienzo y nunca tendrá un final, sólo es y siempre ha sido.
La Biología, animales, plantas y demás son una parte inseparable de ese Todo, parte inseparable del Universo mismo. Son la sombra en un plano inferior de algo progresivamente más y más complejo en los planos superiores. El que tanto podamos percibir del Todo, depende únicamente de nuestro nivel de conciencia. No hay seres buenos y seres malos, todos son partes inseparables de la misma Fuente Original, del gran Yo. Lo bueno y lo malo solo son puntos de vista, contraste para percibir dualidad y percepciones basadas en lo que estamos experimentando, en tal o cual momento como fragmentos holográficos del gran Todo. Al ir avanzando en conciencia también se va disolviendo la idea de separación en donde se va incluyendo a los demás y a todo lo demás como parte de uno mismo.
El ser negativo, o el tener ideas, agendas o comportamientos regresivos y destructivos van en contra del principio del gran Yo que todo integra. Porque al crecer en conciencia se disuelve la dualidad, sólo prevaleciendo lo positivo. El amor, la integración de todo como parte de uno mismo. A medida que se avanza en el nivel de conciencia y al ir incorporando e integrando a todas las cosas, especialmente a las personas y seres con conciencia como parte de uno mismo, no se va perdiendo la individualidad, sino que sólo se expande, siendo que en el final cada conciencia de manera holográfica, se percibirá como el gran Yo o la Fuente Original que siempre ha sido. Sin embargo, desde nuestro nivel actual nos damos cuenta de todo lo que simplemente no podemos comprender al no estar equipados desde nuestra posición actual. Pero nuestra implacable búsqueda de conocimientos siempre nos dará algo más que aprender, y siempre nos retará a intentar comprender cosas cada vez más complejas a medida que buscamos nuestro camino de regreso a casa.
S’var’uu de Erra