La autoobservación es una herramienta muy poderosa, abre nuevas puertas al cambio de conciencia.
Es, como su nombre lo indica, el simple hecho de observarse de forma consciente a uno mismo; es cambiar el foco sobre el objeto observado, sin perderse, sin distraerse. Es ser objeto y sujeto al mismo tiempo.
La autoobservación implica la capacidad de verse en todos los actos o eventos de tu vida. Incluye el esfuerzo por ser actor y espectador, en todo momento, de tu continuo accionar. Esto es ser consciente, de instante en instante, de lo que sientes, piensas y haces.
Es una vía para desactivar el 'piloto automático' de la mente egoica.
La autoobservación permite la entrada automática de más presencia en tu vida. En el momento de darte cuenta de que no estás presente, estás presente. En cuanto eres capaz de observar tu mente, ya no estás atrapado en ella. Ha entrado en juego otro factor que no es mental: la presencia del testigo.
El 'drama psicológico de la creación'
La primera secuencia de este 'drama' que se desarrolla en la 'mente del creador' es la conciencia, es el 'Yo soy', desde donde se es consciente de ser consciente.
La segunda secuencia es la imaginación, tu capacidad de percibir: donde se imagina o se percibe algo que parece ser distinto del 'Yo'. Como si estuviera perdido en un ensueño, el ser contempla los estados mentales de una manera desapegada haciendo del pensador y de sus pensamientos entidades separadas.
En la tercera y última secuencia, los pensamientos, ya aparentemente disociados del pensador, adquieren densidad, se materializan en la dualidad.
La autoobservación 'deshace' poco a poco el camino permitiendo que tu conciencia pueda transitar en sentido inverso, dentro del 'drama de la creación'. Bienvenid@ a la 'danza interdimensional'.
Con la práctica se empiezan a crear fisuras en el velo de tu conciencia que muestran tu 'trasfondo psicológico', que está formado por todo el cúmulo de experiencias, que se han registrado en tu memoria (tradición, cultura, educación, ...) y que te condiciona y limita tu libertad de ver.
Tu mente ha adquirido el hábito de responder, ante cualquier experiencia, con ese 'trasfondo personal' construido a lo largo de tu existencia; por ejemplo: cuando miras una persona no la ves tal y como es, sino a través de esos filtros de tu pasado. Esto no es ver.
Así a medida que se practica la autoobservación vas descubriendo aspectos de ti mism@ hasta ahora 'desconocidos' u ocultos.
A medida que te autoobservas, puede que descubras que socialmente juegas un papel, digamos, educado, lleno de atención y amabilidad, pero por detrás puedes descubrir un ser vengativo, discriminatorio, asustado, autoobsesionado, avaricioso y con un parásito de rasgos desagradables.
No te juzgues.
Tampoco es necesario que negocies con tu sombra. No tienes que aceptarla; ni necesitas pasar por la 'noche oscura del alma'.
No necesitas buscar un culpable, ni un chivo expiatorio.
De hecho, todo lo que descubras tampoco es más real que tu 'rol social'.
Todo eso son solo partes de tu ego, de tu mente egoica. Tu Ser real no es ego.
Solo necesitas re-conocerlo y saber que todo eso nace de la necesidad de llenar un vacío.
El siguiente paso viene solo. No tienes que esforzarte. Es algo natural.
La autoobservación sostenida es un camino trascendental.
Algunas personas creen que por su sencillez no vale la pena intentarlo. Otros simplemente prefieren obviarlo y vivir el resto de sus vidas en su zona de confort. No hay nada malo en ello. Cualquier opción es buena. Solo intenta ser coherente con tu elección.
Conocerse a si mismo es la verdadera revolución. Porque cuando te conoces con sinceridad, no desde lo que deseas ser sino desde lo que eres realmente, puedes obrar la auténtica transformación, que no es otra que despertar al ser creador.
Es el hombre quien transforma el sistema, la sociedad, y no al revés, como lo muestra la historia.
Para seguirse uno mismo, para ver cómo opera el propio pensamiento, hay que estar extraordinariamente alerta.
Así, a medida que uno empieza a estar cada vez más alerta ante los enredos del propio pensar, ante las propias respuestas y los propios sentimientos, empieza uno a ser más consciente, no sólo de sí mismo sino de las personas con las que está en relación.
Conocerse a sí mismo es estudiarse en acción, en la convivencia.
Krishnamurti
Algunos autores identifican tres fases típicas de la autoobservación que pueden suceder lineal y sucesivamente, o también pueden alternarse. Considera que es posible experimentar avances, retrocesos, pausas o estancamientos y/o etapas de avance exponencial.
- 1
Levantar los velos
Observar sin juzgar tus identificaciones, miedos, dependencias, rechazos, deseos, conductas automáticas o encubiertas ... y sin embargo comprender que no eres nada de eso.
- 2
Encontrarte contigo mism@
Sentir tu felicidad, tu generosidad, tu bondad, tu amor, tu libertad, tu esplendor ... y descubrir tu universo interior.
- 3
Fluir desde tu nueva realidad, empezar a estar centrad@ en lo que realmente eres.
Empezar a sentir desde tu interior ... y de repente todo viene a ti, hay magia en cada instante, en cada cosa, hay alguien detrás de ti, grandioso, que te abarca, te trasciende y te guía, es tu ser. Así empiezas a estar en ti, empiezas a vivir desde el 'Yo soy'.
¿Cómo sería darte la oportunidad de re-conocerte, de re-descubrirte?
Cada problema es una oportunidad para conocerse mejor, para saber cómo respondes, cuáles son tus diversos prejuicios y exigencias, qué persigues al hacer frente al problema. La comprensión, fruto de esta autoobservación, revelará el proceso de tu propio pensar, de tu propia naturaleza interior.... y en ello hay liberación.
Introspección es mirar dentro de uno mismo, examinarse a sí mismo con el fin de cambiar o de mejorar. Pero este deseo de modificarse genera siempre un conflicto de dualidad, y por lo tanto, un proceso de frustración, una ola de depresión. Siempre hay una ola de mal humor contra la cual tienes que batallar; necesitas entonces examinarte de nuevo para sobreponerte a ese estado de ánimo, y así sucesivamente. La introspección es un proceso en el que no hay liberación, porque es un proceso de transformar lo que uno es en algo que no es.
La autoobservación es comprensión y es enteramente diferente. Comprensión es observar sin condenar. La comprensión produce entendimiento porque no hay condenación ni identificación, sino observación silenciosa. Si quieres comprender algo, debes observarlo; no debes criticar, no debes condenar, no debes perseguirlo cuando hay placer, ni evitarlo cuando no es placentero. Lo único que debe haber es silenciosa autoobservación. No hay un fin en vista, sino comprensión de todo lo que va surgiendo. Esa autoobservación, y la comprensión de esa observación, cesan cuando hay condenación, identificación o justificación.
Veintidós preguntas que podrían acompañarte en el proceso:
- ¿Quién soy?
- ¿Quién es el que pregunta 'quién soy'?
- ¿A quién pregunto 'quién soy'´?
- ¿Siento la presencia que soy en este momento?
- ¿Siento 'mi aquí y ahora'?
- ¿Qué es 'mi yo'?
- ¿Qué hay de mí en el 'no-yo'?
- ¿Me siento en este instante?
- ¿Es mi espíritu un yo o un todo?
- ¿Dejo fluir lo que soy a través de mí?
- ¿Me amo a mí mism@?
- ¿Me amo o espero ser amad@?
- ¿Quién es el que desea, percibe, siente?
- ¿Hay algo más allá de mi deseo, inquietud o miedo?
- ¿Me siento ser y fluyo con ello?
- ¿Qué hay de mí en 'lo que rechazo con energía'?
- ¿Siento la eternidad de este instante?
- ¿Es ahora cuando soy? ¿O lo dejo para el futuro?
- ¿Me siento unid@ a la manifestación o a la nada?
- ¿Reina en mí el silencio, la quietud y la paz?
- ¿Qué puedo desear si soy todo?
- ¿Hasta cuándo me resistiré a ser lo que soy?
Nota importante: una vez formulada la pregunta no debes intentar buscar una respuesta verbal (con palabras). La respuesta no proviene de tu intelecto, es más 'una percepción de tu realidad', un sentir, una 'respuesta de tu Yo soy'. Este tipo de respuestas vienen formuladas con lo que se denomina el 'tercer lenguaje'.
Cuando la mente comprende que cualquier especulación, cualquier verbalización, cualquier forma de pensamiento sólo da vigor al ego. Cuando ve que mientras el pensador exista aparte del pensamiento tiene que haber limitación, tiene que producirse el conflicto de la dualidad. Cuando la mente se da cuenta de eso, entonces está alerta y capta sin cesar cómo ella se separa de la experiencia, afirmándose, buscando poder. En esa comprensión, si la mente se dedica a ella cada vez más profunda y extensivamente sin buscar un fin, una meta, se llega a un estado en que el pensador y el pensamiento son uno solo. En ese estado no hay esfuerzo, no hay devenir, no hay deseo de cambiar; en ese estado no hay ego, pues ocurre una transformación que no es de la mente.
Texto original: Krishnamurti, Neville, Tolle, Tseyor
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