La tristeza es 'un estado de pena', de melancolía (sin. desconsuelo, aflicción, amargura, pesadumbre, pesar, quebranto, tribulación, desdicha, nostalgia).
Tienes la sensación de que nada te sonríe, sientes la pena que corre a través de ti, tu corazón se desgarra; este inmenso vacío parece querer crecer dentro de ti y apoderarse de tu vida.
La tristeza profunda puede llevarte a volverte diabético (páncreas), cuando todo tu cuerpo rechaza la alegría de vivir.
Si la felicidad no fluye libremente, todo tu sistema sanguíneo sufrirá (colesterol, hipoglucemia, ...) y si te sientes triste y deprimido acabarás teniendo la sensación de ahogo, oprimid@ por la vida, 'falto de aire' (pulmones). Tu piel y tu pelo también empezarán a sufrir.
Te sientes limitad@ o tienes la sensación de que no te mereces ser feliz. Esto puede degenerar en un estado de apatía, con una disponibilidad muy baja de energía e interés, llegando a una total despreocupación por el bienestar de los demás o por tu propia calidad de vida. En estos estados de depresión tu fuerza de voluntad es débil e ineficaz, sólo la invocación de una Voluntad superior tiene poder regenerativo.
La nostalgia a su vez es melancolía causada por un pesar, habitualmente porque miras a través de una nube turbada por las emociones, fuera del tiempo presente, con el sentimiento de que te falta algo. Es un tipo de ensoñación, pero puede hacerte daño si se convierte en una huida constante, en vez de saborear plenamente el presente para que cada segundo haya sido vivido como una experiencia única y rica en enseñanza.
Si te instalas en el sufrimiento, el duelo, el dolor, la pérdida, o el remordimiento por el pasado, te sentirás vulnerable e impotente.
La tristeza y el remordimiento destruyen las células de tu cuerpo y envenenan tu atmósfera.
Lao Tse
El error de fondo es pensar que la fuente de tu felicidad se encuentra 'ahí fuera'. Todo lo exterior está sujeto a la posible pérdida y esto conlleva a poner a prueba tu capacidad de asimilar el dolor de la ruptura con lo querido. Paradójicamente la pérdida es también apertura a nuevas opciones, oportunidad de crecimiento y de reevaluación de valores y metas.
¿Crees posible empezar por 'ponerle un poco de picante' a tu vida, un poco de calor, para que ponga en ebullición todas las lágrimas que están en ti? Colmar tu vacío con dulzura y ternura. Cuando las ideas oscuras se desvanezcan te permitirás redescubrir el dinamismo y la alegría de vivir.
Puedes descubrir el sol que hay en ti, si tú lo permites: 'que las lágrimas por la pérdida de un árbol no te impidan ver el bosque'.
Las emociones nacen con la necesidad básica de ser reconocidas.
Si estás triste debes reconocer que lo estás.
Reconocer descarta ocultar, reprimir, alimentar, cobijar, o accionar a partir de su condicionamiento o impulso.
Una vez reconocida, permite que sea tu divinidad la que se haga cargo de la emoción. Recuerda que la emoción es parte intrínseca de la experiencia humana.
Si estás atravesando un duelo, ten paciencia y respira hondo. Pero no permitas que tu vida se convierta en un 'eterno duelo'. Quizás es el momento de abrir tu mente a lo que significa realmente la muerte.
¿Cómo sería aprender a aferrarte a los principios en lugar de a las personas, objetos, condiciones y situaciones transitorias? Renegar de toda creencia en la pérdida y la separación, y afirmarte como el ser divino que eres, para reclamar tu verdadera esencia: la alegría, el amor y la paz.
Desencripta el entramado emocional, descodifica tu realidad.
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La alternativa es la toma de conciencia.